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¿Adónde vamos de viaje?

 

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  • Aunque suene a perogrullada, la respuesta a tan relevante pregunta supondrá, en realidad, el pistoletazo de salida hacia el disfrute de nuestras vacaciones de verano, semana santa, “acueducto”, puente, o simple fin de semana. Así pues no nos costará llegar a la conclusión que, según la “magnitud” de la respuesta a tan sesuda pregunta, tendremos por delante una mayor o menor tarea de preparación del itinerario.                                                                                  

 

  • Lo cierto es que los campistas, como viajeros independientes que somos, disfrutamos de una grandísima ventaja sobre otros modos de viajar… ¡no estamos supeditados a tener que reservar de pasajes o alojamiento con antelación, a veces incluso de meses!; (bueno, admitamos que, en ocasiones, un poco, pero bien sabemos también que eso no suele ser lo habitual). Y eso es un privilegio tan grande que hay que valorar en su justa medida.

 

  • Es decir, podemos elegir la ruta y las actividades a realizar sin más cortapisas que nuestros gustos y recursos disponibles (véase, dinerito y tiempo libre). Y si la cosa se complica a última hora, incluso podemos cambiar de destino la misma víspera de la partida sin demasiada dificultad…

 

  • Como nada es perfecto, a cambio de “tanta libertad” tendremos que currarnos la preparación del viaje –algo que está muy lejos de ser un inconveniente- y asumir que, en caso de necesidad, tendremos que apañárnoslas solitos durante el viaje –o con la ayuda de amigos y familiares, si viajamos acompañados. Poca cosa realmente, comparado con las ventajas que el campismo nos brinda y que superan, con creces, a los inconvenientes.

 

  • Para empezar a preparar el viaje –el itinerario a seguir es la clave- primero habremos de decidir dónde ir y aunque en otras secciones de esta web tratamos las cuestiones relativas al diseño del itinerario más a fondo, a nadie se le escapará que la elección del destino, además de fundamental, va ineludiblemente unida tanto al presupuesto como al tiempo máximo disponible. (Más detalles en “El viaje paso a paso” y en “Las 10 reglas de oro”)

 

  • Sin ir más lejos, con quince días de vacaciones, nadie medianamente sensato debiera plantearse hacerse un viaje a Noruega. Simplemente apenas hubiera llegado al país de los fiordos ya debiera ir pensando en regresar. Demasiado lejos para tan poco tiempo. Tampoco sería muy realista pretender “zamparse” países enteros como Francia o Alemania de una sentada. ¿Qué pensaríamos de un turista extranjero que se planteara recorrer toda la piel de toro en un mes? Pues seguramente que “habría perdido el norte” porque en el intento se dejaría en el tintero tantos sitios interesantes por querer abarcar demasiado, que lo único que haría es pasarse el día en la carretera. Los países “grandes”, mejor “en pequeñas dosis”, por supuesto.

 

  • Así pues, en función de los “fondos” disponibles y de los días libres para vacaciones, llega el momento trascendental de enfrentarnos al quid de la cuestión y preguntarnos: ¿Dónde nos vamos de viaje?. Cuestión altamente peliaguda, pues aunque parezca fácil de contestar, a menudo ponerse a ello da pie a acaloradas discusiones hogareñas.

 

  • ¡Y es que no pocas veces poner a la familia de acuerdo lleva casi tanto tiempo como preparar después la ruta!. Decidir si playa o montaña...; ¿España o extranjero?; ¿Monumentos a tutiplén o cervecitas en el chiringuito?, nos pondrá a prueba la paciencia y exigirá grandes dosis de consenso y mano izquierda. En fin, “Grandes dilemas de la Historia” que, por nuestro propio bien, nos convendrá resolver prontamente.

 

  • Una vez puestos de acuerdo con el destino, del “carácter” que queramos dar al viaje dependerá la amplitud y dedicación que la planificación precisará. Evidentemente no nos pedirá la misma preparación un viaje a las rías gallegas, que uno al Cabo Norte o a la exótica Turquía. Como tampoco  exigirá lo mismo si el plan de viaje consiste solamente en sol, playa y chiringuito. De todas maneras, cuanto antes podamos ponernos manos a la obra con su “organización”, mejor aún. Más tiempo tendremos para dejarlo niquelado.

 

  • El presupuesto disponible para hacer frente a los gastos previstos (e imprevistos) es un asunto vital para viajar y para casi cualquier cosa. Actualmente con la dichosa “crisis”, la “gasofa” parece oro líquido y hoy en día todo cuesta mucho dinero. Así que hay que afinar para “exprimir” cada euro invertido.

 

  • Afortunadamente los campistas tenemos la ventaja de que, a igualdad de costes, podemos ver y hacer muchas más cosas que la gente que sólo puede recurrir a los viajes organizados para sus vacaciones no tiene a su alcance. Eso sí, a cambio deberemos convertirnos en nuestros propios “guías turísticos”, que ahí ellos nos llevan algo de ventaja. Un adecuado conocimiento del “terreno” y de los horarios de apertura y cierre de las atracciones que queramos visitar nos ayudará a no malgastar nuestro peculio y disfrutaremos mucho más del viaje.

 

  • De lo que no cabe duda es que hacer un pequeño “estudio” previo de los kilómetros a recorrer, coste de los camping, peajes, ferries o monumentos y atracciones a visitar, -internet es genial para sacar toda esa información- nos dará una idea bastante real de lo que nos puede suponer “en euros” el viaje soñado. También nos servirá para confirmar si el plan de viaje que tenemos pensado va bien encaminado o no.

 

  • Así pues, cuando ya tengamos claro dónde queremos ir y de cuánto tiempo disponemos, -la parte económica la daremos ya “por prueba superada”- aún nos quedarán por considerar otros dos “ingredientes clave” para diseñar con éxito nuestro itinerario: lo que nos apetece hacer y a qué ritmo queremos hacerlo. descúbrelo pinchando en “el ritmo de viaje”, en esta misma sección.

 

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