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 Relato sin terminar de afinar.

En breve estará listo, con los enlaces operativos, además de las fotos.

Disculpad, entretanto, las molestias.

Estoy a vuestra disposición en...

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NECESITANDO “RECARGAR LAS PILAS”...

 

Tras conocer y disfrutar en años anteriores la navidad alemana y, por dos veces, la alsaciana -la mejor sin lugar a dudas- ya se nos antoja impensable permitir que pase un “puente de la Consti” sin cumplir con la tradición de darnos “un baño de navidad” por aquellos lares.

 

En 2005, para variar un poco, el objetivo fue la navidad flamenca, complementada con alguna escapadita a Alemania, por aquello de probar algo nuevo. En Centroeuropa la Navidad se celebra por todo lo alto durante el Adviento, período que empieza la última semana de noviembre y acaba el día de Navidad, por lo que para nosotros el mejor momento para disfrutar de esos entrañables ambientes, aromas y sabores es aprovechar los días del Puente de la Constitución para hacer una escapadita turístico-gastronómica invernal que encantará a grandes y chicos.

 

 

PREPARANDO EL ITINERARIO.

 

Dividimos el itinerario en dos partes. Una primera en uno de los dos “triángulos” europeos existentes, pues en un radio de 30 km. tendremos un pie en Holanda (Maastricht), otro en Alemania (Aachen/Aquisgrán) y un “tercero” en Bélgica (Lieja).

 

La segunda parte del itinerario discurriría por Bruselas y el Flandes belga. Ciertamente nos hubiese gustado incluir también la zona de Amsterdam y alrededores, para disfrutar de sus canales adornados, pero en internet descubrimos que los mercadillos –la quintaesencia del ambiente navideño - no abrirían sus puertas hasta la semana después de la Constitución, lo que nos dejaba con la miel en los labios y sin posibilidades. De todas maneras tampoco lo echamos de menos porque la ruta nos dejó un gratísimo sabor de boca.

 

 

Y PUSIMOS RUMBO HACIA HOLANDA.

 

El viaje se desarrolló entre la tarde del viernes, 2 y el domingo, 11 de diciembre de 2005. Con nuestra fiel compañera de fatigas, una caravana “Rapido Club 39 T” de techo abatible, salimos de Valladolid con idea de pernoctar, como viene siendo costumbre, en el Área de Bordeaux-Cestas, en la autopista A-63, amplia y con buenos servicios. Esta vez nos acompañaban nuestros amigos Irene y Gonzalo con su “Bürstner Fun 430”.

 

Para saber más de la mejor ruta para llegar a París desde la frontera de Irún, (incluido en el apartado “Las mejores rutas para cruzar Francia”), pinchad en este enlace. Y si queréis ahorrar unos euros en los repostajes franceses, haced lo mismo en este otro.

 

 

NAVIDAD AL ESTILO DEL SUR DE HOLANDA.

 

El sábado tuvimos un maratoniano y lluvioso día de viaje, 1.024 km., distancia que cubrimos con idea de llegar a Valkenburg (Holanda), al camping “De Bron”, quienes nos habían informado que estarían abiertos hasta las 22 h.; Parecía que no llegaríamos a tiempo, pero al final aún nos sobraron 15 minutos. De todos modos no hubiera habido problema porque hay un gran aparcamiento privado en la entrada para pasar la noche.

 

Era nuestra segunda visita a ese camping. Estaba prácticamente vacío y solamente un bloque de aseos estaba en servicio. Eso sí, con calefacción. El suelo de las parcelas es de césped, pero el barro consecuencia de las intensas lluvias nos ocasionó un pequeño trastorno al marchar. Si no hubiésemos tenido a mano el todo-terreno de nuestros amigos, sacar la caravana de la parcela hubiese sido algo más que un simple contratiempo. Gajes del oficio aparte, es un camping perfectamente recomendable y muy bien situado para recorrer los tres países que lo rodean.

 

La cercana Maastricht – ciudad medieval famosa por ser la sede de la firma del Tratado de la Unión Europea- era el destino perfecto para ese domingo de diciembre, pues de 12 a 17 horas el comercio abría sus puertas. La ciudad era una vieja conocida, pues ya recorrimos la zona en el verano 2002, pero como en navidad el ambiente es tan diferente, realmente fue como empezar de nuevo.

 

En la enorme plaza “mayor” de la ciudad, la Vrijthof, -rodeada del conjunto monumental de la iglesia de San Servasio- se levantaba el espectacular festival navideño “Winterland”, con mercadillo, pista de hielo, carpa con música en vivo, atracciones, carruseles y puestos de comida. Un montaje con un fantástico ambiente y un amplísimo horario de apertura -de 10 a 23 h. diariamente- que uno no debe perderse.

 

Difícil es resistirse a la tentación de comprar algún regalo ante tan amplia y variada oferta. Así que, asumiendo que la carne es débil, nos fuimos encantados de Winterland cargados con varias bolsas en cada mano, pues los precios eran más que asequibles. Antes degustamos las delicias gastronómicas que también tentaban a la concurrencia detrás de cada esquina: salchichas de medio metro, bombones, guisos, sopas y los típicos “öliebollen” holandeses, grandes buñuelos rellenos de confitura.

 

 

MONSCHAU, PUEBLO ALEMÁN DE CUENTO DE HADAS.

 

Lo cierto es que la visita al Winterland llevó más tiempo del previsto -cerca de cuatro horas- así que cuando nos pusimos en marcha hacia la alemana Monschau, eran ya las tres de la tarde. Y teniendo en cuenta que en diciembre en esas latitudes anochece cerca de las cuatro y media, cuando llegamos al pequeño pueblo de cuento de hadas era prácticamente de noche.

 

Por la mañana la lluvia nos dio una tregua a ratos, pero por la tarde la intensa lluvia se sumó a la fiesta, desluciendo la visita a Monschau, fantástico pueblo medieval que en Navidad aún tiene más y más encanto. Os podemos asegurar que lo que no faltará es ambientazo, porque recorriendo sus abarrotadas calles desde luego se piensa que medio mundo ha tenido la misma idea que uno. Afortunadamente aparcar no es complicado porque fuera del casco urbano hay enormes aparcamientos que funcionan con parquímetro. Algunos están cubiertos.

 

Monschau es la quintaesencia de pueblo de cuento de hadas. Su aspecto medieval perfectamente conservado, sus fachadas de entramado de madera, la “Casa Roja, los emblemas de hierro forjado de tiendas y hoteles y los mil encantadores rincones que encontraréis a cada paso justifican con creces los apretujones por exceso de visitantes. El aroma a salchichas asadas y a canela del “Glühwein” – vino caliente con especias- impregna el ambiente los fines de semana, cuando se monta el mercadillo navideño, abierto hasta las ocho de la tarde.

 

Un detalle a valorar de los mercadillos alemanes es la preocupación por el medio ambiente. Para no generar residuos, el “Glühwein” se sirve en jarritas de cristal o loza decoradas específicamente para cada ciudad. ¡Atención coleccionistas!. Se paga una fianza de 1 ó 2 euros, dependiendo del lugar, al pedirlo por primera vez. Si apetece tomar alguno más, la rellenan y al final, si no la quieres de recuerdo, la devuelves y ya está. El mismo sistema suele aplicarse a los platos y bandejas de las raciones.

 

A lo largo del pueblo encontraremos varias zonas de mercadillo. Tratándose de un pueblo eminentemente turístico, el comercio está abierto los fines de semana y los festivos. El paseo hubiese sido más agradable sin la compañía del paraguas, pero desde luego la visita a Monschau es obligada.

 

 

AQUISGRÁN (Aachen), LA CIUDAD IMPERIAL DE CARLOMAGNO.

 

El lunes amaneció gris, pero seco. Dedicamos la mañana a Aachen/Aquisgrán, la ciudad de Carlomagno. La catedral, que exhibe su trono y fue lugar de coronación de no pocos emperadores del Sacro Imperio Romano-Germánico, es patrimonio de la humanidad de la UNESCO y la gran atracción de la ciudad.

 

La catedral, de estilo bizantino, puede visitarse libremente para contemplar entre sus muchos tesoros la enorme lámpara de oro donada con motivo de la coronación de Federico Barbarroja o el arca donde dicen que se guardan restos de Juan el Bautista. El trono sólo puede verse en visita guiada y, sinceramente, para lo que se enseña en ella resulta dudoso su interés, tanto por el tiempo dedicado a la espera como por la charla en alemán. Más interesante es la cámara del tesoro de la catedral, con objetos de oro y plata realmente espectaculares. Se paga entrada.

 

La visita a la ciudad, si no fuera por la catedral, acabaría con rapidez, pues no es mucho lo que hay que ver. El conjunto histórico-arquitectónico se compone de la plaza mayor -con la pequeña estatua de Carlomagno, rodeada por la catedral y edificios barrocos de bellas fachadas, en la que destaca el ayuntamiento renacentista, edificado sobre los cimientos del palacio del gran emperador- y las calles de los alrededores. Especialmente bonito es el balcón medieval de madera de una de las esquinas de la plaza, actualmente una taberna.

 

En esas fechas, el enorme mercadillo invade la plaza mayor y otra más pequeña situada detrás del Ayuntamiento, que queda prácticamente oculto por tanta y tanta caseta. La estatua de Carlomagno tampoco corre mejor suerte y casi acaba pareciendo un tendero más, mezclado entre el barullo festivo. El mercado abre de las 11 de la mañana a las 20 h. y como buen mercadillo navideño alemán ofrece todo lo que uno pueda imaginar, tanto para regalar o adornar la casa como para dar gusto al paladar. Y con precios más que razonables.

 

 

Y ACABAMOS EL DÍA CENANDO EN LIEJA.

 

Después de “recargar baterías” en el mercadillo, rodeados de paisanos que también andaban por allí, por la tarde nos fuimos a Bélgica, a Lieja. Ya veis que en esa zona se cambia de país como de camisa. Teníamos curiosidad por volver a esa ciudad, pues la anterior vez, en el viaje de 1998, nos había parecido horrorosa, cutre y destartalada. Afortunadamente segundas partes fueron buenas y reconozco que ha mejorado mucho.

 

Sigue conservando su toque cutre, pero la modernización de la Place Lambert le ha dado otro aire. Además con la decoración navideña, todo era mucho más bonito y vistoso. El mercadillo cierra a las siete, pero los chiringuitos de comida, que son muchos, están abiertos hasta casi las once de la noche. En el mercadillo, por la influencia francesa, hay mucha más variedad gastronómica que en los alemanes. Y allí cenamos antes de retornar al camping.

 

 

A CABALLO ENTRE HOLANDA Y BÉLGICA.

 

El martes retornó la lluvia. Por la mañana regresamos a Maastricht, para dar una vuelta por la ciudad, ya que el domingo lo dedicamos en exclusiva al Winterland. El casco antiguo es bonito, en particular el conjunto de iglesias en torno a la plaza Vrijhof, sin embargo se nota que, aún siendo Holanda, la arquitectura es un poco diferente a la de la zona flamenca de Ámsterdam.

 

Después de hacer acopio de unos exquisitos arenques marinados a la holandesa y de una caballa ahumada, nos los comimos en un área de autopista rumbo a la espectacular ciudad belga de Leuven o Lovaina, famosa por su magnífico y estilizado ayuntamiento renacentista y por el imponente edificio sede de la biblioteca de la universidad católica.

 

Terminamos el día en el pueblo del camping. Valkenburg presume de ser “la ciudad navideña” holandesa por excelencia. Y la verdad es que los adornos de las calles principales están casi a la altura de los de Alsacia. El pueblo, como tal, carece de interés, salvo por las ruinas de su castillo, algo también poco habitual en la llana Holanda. Y es que hay que tener en cuenta que la “Holanda típica” se encuentra lejos de aquí, en el triángulo entre el norte de Amsterdam, Utrech y Rotterdam. El este de Holanda es bastante menos atractivo.

 

La principal atracción es el mercadillo navideño (Kerstmarkt, en holandés) situado en una cueva, que más bien parece unas catacumbas. La entrada cuesta 3 €/adultos y la mitad los niños. Esta abierto de L-V de 12-21 h. y fines de semana, desde las 11h.; Lo cierto es que el emplazamiento es muy original y por dentro es como un laberinto. Es enorme y puede encontrarse todo lo imaginable, excepto muchos garitos para comer. Hay una cafetería y algún que otro puesto de comida, tanto en el interior como en el exterior, aunque si buscáis variedad gastronómica casi es mejor idea acercarse al mercadillo de Aquisgrán, a solo 20’ en coche. Encontramos auténticas gangas. En general y siguiendo la tónica de otros, los precios también son muy asequibles.

 

 

Y NOS TRASLADAMOS DEFINITIVAMENTE A BÉLGICA.

 

El miércoles salimos prontito rumbo a Zele, localidad cercana a Gante (Gent), después de haber superado con éxito la prueba “Saque Vd. la caravana del barro”gracias al Discovery de nuestro amigo Gonzalo, de lo contrario…;

 

Acampamos en el camping “Groenpark”, en Zele. Advertimos que no es fácil “ver”, en la N-445, la escasa señalización del camping. La gasolinera Shell es una buena referencia, porque el terreno está muy cerca. En fin, elegimos ese camping porque en diciembre apenas hay camping abiertos en la zona entre Brujas y Bruselas. El “Groenpark” está bien, aunque en temporada baja hay querencia por limitar los servicios, por lo que siempre hay anécdotas que contar. Dos en particular.

 

La primera, sucedió al llegar. Accedimos al camping por un pasaje estrecho en el que, al final, se veía una verja cerrada. Al entrar, nos cruzamos con un utilitario con una mujer y un niño a bordo. La recepción estaba cerrada. Para colmo empezó a diluviar. Dimos una vuelta por el recinto sin ver un alma y empezamos a preocuparnos. Todo parecía cerrado. Eran las once pasadas y si teníamos que empezar a buscar otro camping, el día se nos iba al garete. Gonzalo apuntó al ver salir aquel coche. -¡Qué nos apostamos que es la del camping!- Y yo le respondí ¡Cómo va a serlo si nos ha visto!. Pues bien, acertó. Cuando desanimados ya nos disponíamos a dar media vuelta, la buena señora apareció, pidiéndonos mil disculpas porque había tenido que hacer “little shopping at the supermarket”. Y de esa manera, finalmente pudimos acampar.

 

La segunda anécdota del día ocurrió de noche. Gonzalo y yo nos fuimos a fregar platos. Como los fregaderos estaban cerrados y no encontramos lugar mejor, a falta de pan nos dispusimos “a actuar” en el lavabo. A mitad de faena apareció la dueña y amablemente, en inglés, nos invitó a seguir fregando en un sitio más adecuado… ¡la barra del bar! Entre alucinados y divertidos, recogimos los cacharros y nos mudamos a nuestra “nueva zona de trabajo”. Entonces reparamos que teníamos enfrente, nada menos que al mismísimo dueño del camping, repantingado en un sofá, viendo tranquilamente la tele en la “zona de estar”. Ante tan surrealista situación, nos dio la risa floja. Y así, rodeados de surtidores de cerveza y concursos televisivos belgas, felices y contentos, proseguimos con el fregoteo como si nada. ¡Cosas de viajar en épocas “intempestivas”!. Pero retrocedamos unas horas…;

 

 

PASEANDO POR LOS CAMPOS DE BATALLA DE LA I GUERRA MUNDIAL.

 

Después de instalar las caravanas, afortunadamente esta vez en suelo de cemento, salimos hacia Ieper –Yprès en francés- a 120 km.; La ciudad es tristemente famosa por su involuntario protagonismo durante la Gran Guerra del 14. Allí empezó la guerra de trincheras y allí se emplearon los gases venenosos por primera vez. Toda la zona está sembrada de cementerios, siendo el británico de Passendale, el más impresionante de todos. En Passendale, pueblo cercano a Ieper, hay un gran museo dedicado a la contienda.

 

En Ieper, en la Halle aux Draps, primorosamente reconstruida después de que no quedase piedra sobre piedra, hay un buen museo interactivo sobre la batalla. Incluso reproduce la vida en la trinchera. La ciudad se ha reconstruido con gran acierto y su centro histórico es muy atractivo. Allí hallaremos también el gigantesco memorial aliado dedicado a los caídos, con la inscripción de todos lo nombres. ¡Y son millares”. Si sois muy aficionados a la I Guerra Mundial, hay agencias que organizan excursiones guiadas por los lugares más emblemáticos de la batalla que duró largos años.

 

Tanto Ieper como Oudenaarde, nuestro siguiente destino, son pueblos históricos muy interesantes, enclavados en el Flandes belga, que debido a su apartada situación de los centros turísticos más famosos, no suelen incluirse en los itinerarios más visitados. Como eran “cromos que nos faltaban” de nuestro anterior viaje a Bélgica, era una excelente ocasión “para saldar cuentas”. Lógicamente cuando llegamos a Oudenaarde no sólo era de noche; el comercio también había cerrado, lo que era sinónimo de ciudad solitaria.

 

 Afortunadamente había dejado de llover y os aseguramos que el espléndido ayuntamiento renacentista, magníficamente iluminado, compensa sobradamente el desplazamiento. El edificio recuerda al de la Grand Place bruselense. La verdad es que, ayuntamiento aparte, el pueblo tiene poco más que ofrecer que algunas fachadas interesantes. Aunque el frío era benevolente, hicimos los honores a la cerveza belga antes de abandonar la ciudad.

 

 

BRUSELAS, LA CAPITAL DE EUROPA.

 

El jueves lo dedicamos por entero a Bruselas, la capital. Era nuestra segunda visita, pero el ambiente no se parecía en nada al de verano. Como Irene se estrenaba en Bruselas, a primera hora nos acercamos al Atomium, la estructura metálica con forma de átomo, símbolo de la ciudad, situado en el barrio de Heysel, una zona de gran interés turístico, pues allí está el museo del aire, el del automóvil, el palacio real, la pagoda china, el estadio de Heysel y el parque de atracciones. El Atomium estaba cerrado por reforma, pero conserva intacto su atractivo. No obstante esperamos que lo mejoren por dentro, porque verdaderamente nos pareció muy cutre cuando lo visitamos.

 

Antes de ir al centro, hicimos una parada en la mayor exposición dedicada a Astérix y su mundo, que en aquellos días estaba abierta en Bruselas. Qué cosa más bonita. Lástima que ya no esté porque si sois forofos del pequeño galo os habría encantado.

 

No en vano Bruselas presume de ser la capital del comic europeo. Además del interesante “Musée de la Bande Dessinée”, en la Rue des Sables, muchas paredes de edificios bruselenses están pintados con famosos personajes de comic. Los hay por toda la ciudad, muchos de ellos en el centro. En la web www.brusselsinternational.be encontraréis un plano señalando el emplazamiento de los muros pintados.

 

El vestíbulo del Museo del Comic se puede visitar libremente, al igual que la librería, donde encontraréis casi de todo. Allí podréis fotografiaros junto al cohete de Tintín o junto a Astérix. En la rue de la Colline, una bocacalle de la Grand Place hay una tienda especializada en el periodista belga más famoso: Tintin.

 

Con dificultad logramos aparcar ¡en la novena planta! de un parking público próximo a la Grand Place. Aparcar en Bruselas es complicado, muy complicado. Si solamente vais a moveros por el centro, una opción interesante es aparcar en la periferia y usar el metro. Que yo sepa, en Bruselas no funcionan los “park & ride” (P+R), lo que es una pena.

 

Al centro llegamos a la hora de comer. Y para un buen guiri, comer en Bruselas significa hacer los honores a las enormes ollas rebosantes de mejillones y a las patatas fritas que siempre los acompañan (Moules frites). En la Rue du Marché aux Herbes, pegada a la Grand Place, plagada de restaurantes, raro es que no encontréis una mesa en una terraza al calor de las estufas. Allí casi todos hablan castellano. Lástima que los mejillones que nos tocaron en suerte no fueran los mejores que hayamos probado en territorio belga…;

 

La Grand Place es espectacular de por sí. Una de las plazas mayores europeas más bonitas. Estaba espléndida con la decoración navideña, unas enormes esferas iluminadas, junto al sempiterno abeto gigante. Y por supuesto, si algo no puede faltar en Bruselas es la visita a su ciudadano más famoso… y también más chiquito. Ese día el “Manneken Pis”, en su esquinita de la Rue de l’ Étuve, estaba desnudito. Por si alguien no lo sabe, la figurita de ese niño “meón” suele estar vestida con los trajecitos más sorprendentes, aunque algunas veces lo tengan tal y como dios lo trajo al mundo, como así sucedió ese jueves.

 

En la Grand Place hay un museo donde se exhiben todos sus modelitos. Lo difícil, no obstante, es hacerse la foto con el Manneken (“niñito”, en flamenco coloquial). ¡Hay bofetadas para hacerse un hueco!. Mientras, en el edificio colindante “un ejército” de Papás Noeles trepaban por la pared. Enfrente hay un muro pintado con personajes de comic. Y hablando de museos, en la Grand Place se encuentra el museo del chocolate, pero ya os advertimos que es un timo y que no vale la pena.

 

Claro que si por algo es conocida Bélgica es por los bombones y los chocolates. Los hay para todos los gustos y precios. Algunas bombonerías son de quitar el hipo, especialmente las de las preciosas galerías St.Hubert, del siglo XIX. Y en Brujas no daréis un paso sin tropezaros con alguna.

 

En los aledaños del edificio de la Bolsa se levanta un gran mercadillo navideño, aunque desde allí hasta la Place de Ste. Catherine, lugar de la mayor zona navideña de la ciudad, las calles están iluminadas a modo de “circuito”. En esa plaza, además de las muchas casetas de regalos y de comida, hay una pista de hielo –presente en todas las ciudades importantes- y también una enorme noria.

 

Tened en cuenta que sobre las ocho de la tarde empiezan a cerrar los chiringuitos, aunque algunos puede que lo hagan algo más tarde. Después de degustar las especialidades gastronómicas, nos volvimos al camping. Y salir de la ciudad no es fácil. La señalización brilla por su ausencia, por lo que recomendamos llevar un plano a mano o, mejor aún, un GPS. También conviene señalar que para llegar a Zele, aunque la ruta por autopista sea más larga, es preferible a la lentísima carretera. A fin de cuentas en Bélgica, Holanda y Alemania las autopistas son gratuitas.

 

 

CIUDADES ENCANTADORAS: GANTE Y BRUJAS.

 

 

El viernes lo reservamos a Gante y Brujas/Brugge, los dos destinos más famosos de Bélgica, Bruselas aparte. Dos maravillas medievales y renacentistas que nadie debiera perderse. El casco histórico de Gante es espléndido, pero Brujas es simplemente Brujas. Una joya. Su tamaño más reducido, sus canales y su unidad arquitectónica le confieren una armonía difícilmente superable.

 

Ese día fue un regalo por diversos motivos: apareció el sol, en Gante el viernes es día de mercado, además se inauguraba el mercadillo navideño en la plaza de la catedral y en Brujas, también nos tropezamos con el suyo, cuando pensábamos que no lo habría.

 

En Gante aparcamos en el parking subterráneo de Vrijdagmarkt, para darnos una vuelta por el enorme mercado de alimentación, ropa y artículos diversos. Nos encantan los mercados. Son cultura viva: aprendes costumbres diferentes, ves qué comen, comparas precios, en fin, muchas cosas. Un mercado brinda la oportunidad de palpar en directo la vida de la gente del lugar y así conocer mejor cómo viven en otros países. Por ese motivo procuramos, en lo posible, ajustar los itinerarios de los viajes a los días de mercado.

 

Gante es una de las ciudades históricas europeas más importantes. Su hijo más famoso es el Emperador Carlos V de Alemania y I de España. En el siglo XVI era el faro de Europa. De aquella época quedan muchos e interesantes vestigios: La catedral de San Baavón (Sint Baaf), cuyo tesoro más importante es el tríptico “La Adoración del Cordero Místico” de Van Eyck. La catedral puede visitarse libremente, pero el tríptico es de pago.

 

El ayuntamiento renacentista sigue el estilo flamenco, típico de la zona y desde el puente obtendremos la imagen más fotografiada de Gante: las tres torres en fila, que dan carácter a la ciudad. En el canal están las casas gremiales, formando todo ello un conjunto excepcional. Detrás de las callejuelas de fachadas estrechas tan características de Flandes, se encuentra el imponente y siniestro castillo. Comimos en el mercadillo navideño. ¡Fantásticas las sopas!.

 

La visita a Brujas se nos quedó muy corta. La falta de tiempo y el hecho de conocerla ya ayudaron a sobrellevar mejor la frustración de no haber podido dedicarle más atención. Todavía tuvimos la fortuna de llegar de día, lo que nos permitió hacer fotos con algo de luz, pero fue por lo pelo porque la niebla cayó a saco sobre Brujas y el precioso campanario desapareció de nuestra vista como por ensalmo. Como toda la ciudad es de cuento, lo mejor es disfrutarla paseando con tranquilidad, al menos toda la que las hordas de turistas nos permitan. Eso sí, a las seis los comercios echan el cierre y entonces no queda un alma en la calle. Claro que, en Navidad, el cierre de las tiendas señala el momento de ir a merendar-cenar a los mercadillos al calor de un “gluhwein”.

 

En esta ocasión aparcamos en pleno centro, pero esa no es, en la mayoría de ocasiones, la mejor opción, ni la más barata. Una de las cosas buenas que tiene Brujas es la facilidad que ofrece al aparcar, por un poco más de dos euros al día (en 2009), en el gran parking que se encuentra junto a la estación de tren, en la circunvalación de la ciudad.

 

El sistema funciona de la siguiente manera: se aparca en el parking de varias plantas como en cualquier otro parking público. La diferencia reside en que, presentando el ticket de aparcamiento en la taquilla de la línea de autobús – De Linje- que está enfrente de la entrada de la estación de ferrocarril –junto a los enormes aparcamientos para bicicletas- allí os facilitarán un billete de ida y vuelta al centro de la ciudad en el autobús para todos los pasajeros del vehículo. Un sistema P+R fantástico, cómodo y barato.

 

 

El trayecto en bus dura poco más de cinco minutos y si decidís llegar al centro paseando, éste no durará más de un cuarto de hora.

 

 

Y LLEGÓ LA HORA DE REGRESAR, PERO AÚN NOS QUEDABA TOURNAI...

 

Y llegó el sábado y con él, la hora de regresar, pero como nos resistíamos a abandonar Bélgica, en ruta nos detuvimos en Tournai, ciudad histórica emplazada casi en la mismísima frontera francesa. Su monumento más destacable es la catedral con sus cuatro cuadradas y robustas torres.

 

Al llevar las caravanas, nos acercamos al camping “Communal de l’Orient”, a las afueras de Tournai, con idea de dejarlas allí dos o tres horas para visitar la ciudad, algo que hemos hecho muchas veces sin problemas. A veces te piden unos euros a cambio, otras no. Sin embargo esta vez nos topamos con un refractario recepcionista que nos negó la posibilidad de dejar las caravanas si no pasábamos la noche allí, ni tan siquiera pagando por la parcela. Sin avenirse a razones, nos remitió al aparcamiento público de la ciudad. En fin, cada cual es muy dueño de marcar las normas que considere oportunas, pero teniendo en cuenta que el camping estaba vacío, resultaba difícil de entender tan rotunda negativa.

 

Por suerte el aparcamiento, gratuito, era una gran explanada casi desierta, a sólo cinco minutos a pie del centro. Al final salimos bien parados del trance, pero en otras ciudades la negativa del camping nos hubiera ocasionado un problema, bien por seguridad, bien por no encontrar un lugar adecuado donde dejar el coche y el remolque.

 

El sábado es día de mercado en Tournai. El casco histórico es muy pequeño y se ve con rapidez. La plaza mayor y sus fachadas renacentistas, la imponente catedral, y el “obligado” campanario constituyen sus atractivos.

 

El pequeño mercadillo navideño de la plaza se complementaba con uno situado en el interior del edificio medieval del mercado de telas (la Halle aux Draps). Allí hicimos las últimas compras del viaje y allí nos tomamos la última cerveza belga antes de volver a casa, con mucha pena porque nos lo habíamos pasado en grande y aquello se terminaba.

 

El regreso no tuvo historia. Cruzamos París por el anillo exterior, la N-104 o Francilienne. Iba a tope de tráfico, pero fluido y sin retenciones y es que un sábado por la tarde, París es una locura.

 

Pernoctamos en el área de “Bois Mandé”, en la A-20, antes de Limoges. Y finalmente el domingo por la tarde entramos en Valladolid firmemente decididos a pasar las navidades 2006 otra vez en Alsacia, porque nunca hay dos sin tres…;

 

 

 

Rutómetro:

 

FECHA

ETAPA

KMS.

Viernes, 2 dic. 2005

Valladolid-Área de Bordeaux Cestas A-63 (Fr.)

584

Sábado, 3 diciembre

Área de Bordeaux Cestas – Valkenburg (Hol.)

1.024

Domingo, 4 diciembre

Maastricht (Hol.) – Monschau (Alem.)

161

Lunes, 5 diciembre

Aachen/Aquisgrán (Alem.) – Liège/Lieja (Bel.)

142

Martes, 6 diciembre

Maastricht (Hol.) – Leuven/Lovaina (B) – Valkenburg (Hol)

233

Miércoles, 7 diciembre

Traslado a Zele – Ieper – Oudenaarde (Bél.)

174+237

Jueves, 8 diciembre

Bruselas (B)

120

Viernes, 9 diciembre

Gent/Gante – Brugge/Brujas (B)

150

Sábado, 10 diciembre

Tournai (B) – Área de Bois Mandé (F) (A-20)

109+587

Domingo, 11 diciembre

Área de Bois Mandé (F) - Valladolid

870

 

Total Kms.

4.391

 

 

 

 

 

Guías Turísticas y Mapas utilizados:

 

Guía

Editorial

Comentario

“Benelux” y “Alemania”

Guía Fodor’s

El País - Aguilar

Guías muy completas y bien estructuradas, con informaciones de horarios y precios. Muy recomendable. Sin fotos.

“Alemania”

Antigua “Guía del Trotamundos”. En la actualidad, “Guía Azul”

Gaesa

 

Información completa de lugares, horarios y precios. Comentarios ingeniosos. Incluye referencias de camping. Muy orientada al viajero independiente.

 “Alemania”

Guía Visual Peugeot

El País - Aguilar

Todo fotos y dibujos. El complemento perfecto para las anteriores. Floja en cuanto a información. Muy recomendable. Precio alto.

 “Holanda”

 

SUA

Pocas fotos. Planos y mapas. Bien detallada, por localidades. Muy recomendable.

 

Campings:

 

 

LOCALIDAD

 

CAMPING

PRECIO

2 adultos, coche+caravana

y electricidad

Valkenburg (Hol.)

Camping “De Bron” www.camping-debron.nl

18 €

Zele (Gante) (Bél.)

Camping “Groenpark” – www.campinggroenpark.be

18 €

 

Si buscáis un camping, visitad la web de ACSI, www.eurocamping.com, con 8.000 camping de toda Europa en su base de datos. Incluye también el plano de localización de cada camping, lo que resulta utilísimo para encontrarlo sin dificultades.

 

www.francisco-colet-viajesycaravaning.com
contacto@francisco-colet-viajesycaravaning.com