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Viajes y dinero en efectivo.

 

 

  • Puede que la llegada del euro nos haya disparado los precios de muchas cosas, pero no es menos cierto que para los campistas que viajamos regularmente fuera de nuestras fronteras el euro nos ha facilitado muchísimo la vida.

 

 

 

  • Adiós a estar dando vueltas a cuánto dinero en efectivo hay que pedir y adiós a tener que ir y venir al banco, comisiones aparte, para recorrer gran parte de los países de la Unión Europea.

 

  • Así cuando visitemos Portugal, Francia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Italia, San Marino, Alemania, Austria, Finlandia, Irlanda, Grecia o Eslovenia, incluyendo a Andorra y a un montón de nuevos países más (Malta, Chipre, Eslovaquia, etc.), sólo deberemos preocuparnos de calcular qué cantidad de euros hemos de llevar con nosotros para poder volver a casa sin haber tenido que visitar un cajero automático, cuyas comisiones mínimas allende fronteras son de quitar el hipo, un 4%, que ahí es nada…

 

  • El quid de la cuestión radica en “acertar” cuántos euros hemos de llevar llevar con nosotros para cubrir las necesidades del viaje. Para estos casos nos vendrá muy disponer de los datos de los “libros de bitácora” de los viajes anteriores, pues nos dan pistas muy valiosas de nuestros “hábitos de consumo”.

 

  • Para calcular cuánto llevar, en primer lugar deberemos contar con los gastos ya previstos, o sea, un presupuesto del viaje gracias a la información que habremos obtenido por los distintos medios a nuestro alcance (costes de entradas de las atracciones a visitar, peajes, camping), teniendo presente que habrá que descontar aquellos que podamos pagar con la  tarjeta de crédito. Eso nos dará una primera idea de la “pasta” que deberemos acarrear con nosotros.

 

  • Para completar esa cantidad deberemos hacer también un “presupuesto” aproximado de todas aquellos otros capítulos de gasto “desconocido” antes de salir de casa: restaurantes, cafés, regalos, pequeñas compras, etc.; A ojo de buen cubero, claro, porque como son “desconocidos”…; De todas maneras a través de nuestra “hoja de itinerario” y viendo qué tenemos pensado hacer día a día, ya nos resultará más fácil hacer unos buenos cálculos.

 

  • Con el total de ambas sumas, ya tendremos una idea más o menos correcta de lo que podemos necesitar en efectivo, teniendo buen cuidado de incrementar dicha cifra en un 25-30% para hacer frente a los imprevistos.

 

  • Llegados a ese punto ya estaremos en condiciones de valorar si, por seguridad, nos podemos permitir el lujo de llevar toda esa cantidad con nosotros o, por el contrario, si optamos por recurrir al cajero cuando haga falta, a pesar de las comisiones.

 

  • El consuelo es que, si no hemos sido muy diestros en el arte de la contabilidad presupuestaria, siempre nos quedará el cajero para sacarnos de un apuro…

 

  • Más complicada es la cosa cuando de visitar un país que no tenga euro se trata. Ir a Suiza no es lo peor si pasamos en ella nuestras vacaciones, pues en ese caso, el razonamiento anterior para calcular qué cantidad de euros necesitaremos es plenamente aplicable a los francos suizos. Recordemos que el Principado de Liechtenstein comparte moneda con sus vecinos alpinos.

 

  • Más complicado es calcular la moneda necesaria para Dinamarca, Suecia y Noruega cuando viajemos a los fiordos o al Cabo Norte. El problema viene cuando solamente pensemos estar unos pocos días en cada uno de esos países, porque para un par de días en Dinamarca o Suecia no es fácil hacer un “presupuesto de gasto”.

 

  • La solución más cómoda, si nuestra entidad bancaria tiene a bien no sangrarnos con las comisiones, es pedir una cantidad holgada y luego devolver el excedente, por el que nos cobrarán una nueva comisión, claro. Si el banco no es muy benevolente, esta solución es igual de válida, pues teniendo en cuenta lo que nos vamos a gastar en el viaje, esas comisiones son realmente el chocolate del loro.

 

  • No obstante, mientras nos sea posible, no está de más intentar “reducir” los costes financieros al máximo. Suponiendo que hayamos optado por hilar fino en nuestros cálculos y a la hora de la verdad necesitemos más efectivo “in situ”, pues con ir al cajero, asunto resuelto, ya que seguramente en ese momento seremos capaces de precisar cuánto necesitaremos antes de abandonar el país.

 

  • No obstante, si nos vemos obligados a pasar por el cajero y pensamos retirar una cantidad inferior a 60 € nos interesará habernos informado previamente en nuestro banco de cual es la comisión mínima para disponer de efectivo en el extranjero. Lo digo porque hasta no hace mucho, la mayoría de bancos cobraba un mínimo de 2,40 € y esa cantidad representa el 4% de 60 €. Dicho esto es evidente que nos cobrarán lo mismo por sacar 30 que por sacar 60 € y digo yo que siempre será mejor disponer de más que de menos. ¡A fin de cuentas nos va a costar lo mismo!.

 

  • Eso sí, conviene evitar sacar cantidades grandes del cajero –salvo en casos de emergencia- porque ese 4% puede llegar a suponer un bofetón de proporciones monstruosas…

 

  • Todavía tengo fresca en la memoria “nuestra experiencia alemana” en 2002, el año de nacimiento del euro. Siendo clientes de un banco alemán y pasando las vacaciones en ese país, -ese año recorrimos los castillos del Rin- ingenuamente pensé que ya no necesitábamos llevar mucho efectivo encima y que sacaríamos dinero en los cajeros de nuestra entidad en las mismas condiciones que aquí. Craso error. Pedimos 600 €, así que no resulta complicado saber que la comisión por ello es de 24 €. O sea, ¡4.000 pelas del ala!. Todavía recuerdo la cara de pasmo cuando recibí el extracto del banco con semejante sablazo. Inmediatamente me puse en contacto con ellos y la explicación que me dieron es que sí, que el banco era el mismo en España y en Alemania, pero sus redes de cajeros no. Finalmente, tras un tira y afloja, llegamos a un acuerdo satisfactorio, pero desde luego aprendimos bien la lección. Así pues, mucho ojo con tomarse demasiadas confianzas con el cajero automático.

 

  • Tampoco estará de más que echéis un vistazo al relato del viaje al Cabo Norte. En el mismo, además de comentar el tema del efectivo para los países escandinavos de paso, contamos otra experiencia “traumática” durante la visita a Tallín. (En 2011 Estonia ha entrado en la zona euro, así que ya no se volverán a repetir esas cosas)

 

  • Ojo con el coste de los camping. Muchos camping aún cobran en efectivo y ese capítulo, por su volumen, tiene una incidencia directa en el efectivo que vayamos a necesitar. Afortunadamente en muchas guías de camping, en papel y virtuales, ya viene indicado si aceptan o no tarjetas. Saberlo es fundamental.

 

  • Por ejemplo, en el viaje a Cabo Norte, la inmensa mayoría de camping escandinavos nos cobraron en efectivo. Un detalle a tener muy presente.

 

  • Y tampoco hemos de olvidar que, todavía, las monedas de determinados países de la Unión Europea ni tan siquiera pueden cambiarse fuera de sus fronteras: ni las coronas checas, ni los forint húngaros, ni los zlotys polacos por citar solamente ciertos países limítrofes con la zona euro. Cuando visitemos esos países, para hacernos con su moneda, sólo tendremos la posibilidad de cambiar euros en uno de sus bancos u oficinas de cambio –lo que nos obligará asimismo a llevar esa cantidad en efectivo- o echar mano de la tarjeta de crédito y retirarlo de un cajero. Eso sí, hay que tener en cuenta que según en qué pueblos no siempre tendremos uno a tiro de piedra....;

 

  • En cualquier caso lo seguro es que no nos libraremos de pagar comisiones. Desde luego no conviene fiarse del cartelito “sin comisiones” que cuelgan casi todas las “oficinas de cambio”. Es una verdad a medias. Hay que preguntar primero el tipo de cambio que os aplicarán, porque no dudéis que la comisión va a estar ahí bien escondidita!. Puede ser una buena idea comparar, a cantidades iguales, qué resulta más favorable, si cambiar en efectivo o extraer dinero del cajero…. Y a partir de la “prueba empírica”, obrar en consecuencia.

 

  • A fin de no llevar demasiado efectivo encima en la República Checa y en Hungría y también para ir viendo las necesidades de moneda a medida que pasaban los días, lo que hicimos fue sacar cantidades no demasiado grandes de efectivo varias veces, para no pillarnos los dedos. ¡Más que nada porque hay que gastar todo el dinero –o cambiarlo otra vez- antes de abandonar el país!. Al final, al dejar ambos países la táctica fue la misma… ¡convertir las últimas monedas y billetes en gasofa!.

 

  • Y por último, sólo nos queda que añadir algunas ideas y sugerencias para mejorar la seguridad de nuestros dineros durante el viaje:

 

  • Tampoco conviene llevar mucho dinero encima y, por supuesto, llevarlo siempre repartido entre los adultos del viaje. Yo tengo la costumbre de llevar en viaje dos carteras, una en cada bolsillo, con tarjetas de crédito y dinero Además llevamos el DNI y el permiso de conducir por separado, para así minimizar las consecuencias de un posible robo.

 

  • Por supuesto, al viajar a países con bajos niveles de seguridad ciudadana, no estará de más buscarse otros trucos para llevar con nosotros dinero lejos de la cartera y de los bolsos.

 

  • El resto del efectivo tendremos que “esconderlo” en la auto/caravana, en lugares que no llamen la atención de los amigos de lo ajeno. De todas maneras, para prevenir una eventual “visita” de los cacos, solemos dejar a modo de “señuelo” una pequeña cantidad de dinero “moderadamente escondida”, pero a la vez fácil de encontrar, con la intención de que ese “hallazgo” les disuada de seguir buscando. Afortunadamente hasta ahora nunca jamás hemos tenido problemas en ese sentido. ¡Y esperamos seguir así por los siglos de los siglos!.

 

 

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