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Viajes y tarjetas de crédito.

 

 

  • El dinero “de plástico” es el gran aliado de todos los viajeros. Hoy en día no se concibe movernos por el mundo sin llevarlas en el bolsillo. No es mi intención escribir aquí un compendio sobre las tarjetas de crédito sino aportar las experiencias que con su uso hemos ido teniendo en nuestros viajes.

 

  • Las tarjetas de crédito nos facilitan la vida hasta tal punto que en países como Francia, la necesidad de efectivo es mucho menos perentoria que en otros con un menor nivel de aceptación para realizar pequeños pagos.

 

  • Para movernos por esta Europa de nuestras entretelas viajamos, al menos, con tres tipos de tarjetas Visa distintas y una Mastercard, aparte de la de débito (Visa Electrón) para sacar efectivo de los cajeros.

 

  • En líneas generales podemos decir que actualmente no suele haber demasiados problemas para pagar indistintamente con una Visa o una Mastercard en la mayoría de países, pero sí que conviene llevar al menos una tarjeta de cada sistema para evitar desagradables sorpresas.

 

  • Recuerdo que en varias gasolineras de Noruega sólo aceptaban Mastercard, lo que hubiera sido un duro golpe para las reservas de efectivo de no haber previsto tal contingencia, pues ya sabemos que llenar el depósito zurra de lo lindo el bolsillo como para ir soltando coronas noruegas alegremente…

 

  • En Alemania, en algunos pequeños comercios y camping, sólo aceptan la “Maestro”. Ignoramos, no obstante, si las “Maestro 6000” españolas serán también operativas.

 

  • Tampoco estará de más ocuparnos que alguna de las tarjetas de crédito tenga un nivel de crédito un poco alto, por si hubiera necesidad de hacer frente a gastos imprevistos de gran importe. ¡No estamos libres de tener una avería de consideración estando de viaje!.

 

  • De cara a la seguridad y ante la eventualidad de una pérdida, robo o “tragamiento” de tarjeta por el cajero automático, también nos vendrá muy bien tener registrados en el móvil y en papel los teléfonos para la anulación de la tarjeta.

 

  • Y también es buena idea llevar convenientemente “camuflados” como números de teléfono los números de las tarjetas de crédito – sólo los que aparecen en el anverso de la tarjeta, no los códigos de seguridad de la barra magnética ni el pin secreto, por supuesto – Eso nos ayudará a “identificar” la tarjeta que deseemos anular, pues de lo contrario, cuando se tienen varias, quizás no sepamos cuál hay que dar de baja y puede que la persona que nos atienda por teléfono, al no saber la que hay que anular, dé de baja otra por equivocación o, lo que aún sería peor, ¡nos anulase todas las tarjetas que tuviéramos!. Algún caso conozco de algo así…

 

  • No está de más recordar que la mayoría de los seguros de asistencia en viaje incluyen una cobertura de adelanto de efectivo en ciertos casos. Estaría bien consultar el condicionado de nuestra póliza para saber a qué aternernos. Hay un montón de cosas que tenemos cubiertas y que ni siquiera sabemos...

 

  • Y hablando de seguridad, nos interesará tener un especial cuidado en no perder la tarjeta ni que nos la quiten, pues fuera de España muy raramente nos pedirán un documento de identificación al pagar. Evidentemente esa falta de comprobación facilitaría que los desaprensivos pudieran usar impunemente nuestra tarjeta. Ojo al dato, pues.

 

  • También hemos de ser cuidadosos y exigir siempre el resguardo de la compra y conservarlo en nuestro poder. Con ello nos protegemos ante una eventual reclamación y, por otra parte, evitamos que nadie pueda usar fraudulentamente el número de la tarjeta que aparece en el resguardo.

 

  • Y ya que estamos con el tema de la seguridad, no estará de más estar atentos en no perder nunca de vista la tarjeta al pagar. Cabe la posibilidad de que en algunos comercios poco escrupulosos se lleven la tarjeta al interior de la tienda con la excusa de que allí guardan el datáfono y entonces aprovechen la ocasión para “leer la banda magnética que guarda el pin secreto” con un aparato especial. Esa operación se hace en un momento y el comprador nada sospecha. Luego comprobará con espanto que su cuenta “se ha vaciado”…; afortunadamente nunca hemos sido víctimas de tales prácticas, pero no está de más redoblar la vigilancia y si el aspecto de la tienda o del/la dependiente no nos da buena espina, entonces evitar el uso de la tarjeta.

 

  • Un caso frecuente de “pérdida de vista” de la tarjeta suele darse en los restaurantes, al entregarla al camarero para el pago. Ciertamente ahí estamos “técnicamente” corriendo un riesgo, pero bueno, supongo que puede asumirse sin demasiados reparos, aunque posiblemente sería mejor cambiar de costumbres. ¡También abundan los “ladrones con buena pinta”!.

 

  • En Praga nos hemos encontrado una cierta picaresca en el pago con tarjeta. En algunos comercios que supuestamente aceptan las tarjetas resulta que al ir a pagar “el datáfono tiene problemas y no funciona”. Al final acabas pagando en efectivo. En un restaurante nos pegaron, sin avisar, un sablazo importante en forma de recargo por pagar con la tarjeta. Lo malo es que no advertimos el desaguisado hasta bastante tiempo después.

 

  • La solución en ese caso pasa por preguntar si el pago con tarjeta conlleva recargo. Si la respuesta es afirmativa, entonces hay que valorar si el recargo nos compensa el esfuerzo de pagar la cuenta en efectivo…

 

  • En la República Checa, salvo en Praga, y en Hungría en pocos comercios y restaurantes aceptaban tarjetas, por lo que al viajar a esos países id pensando en que poco aire les daréis, excepto en las gasolineras y comercios de postín.

 

  • Conviene desconfiar también de las “bacaladeras” para pagar con tarjeta, esos ya rudimentarios aparatos en los que se pone la tarjeta debajo de la hoja de papel de calco y se pasa una pieza por encima para “grabar” los datos de la misma. Luego el importe y el concepto se ponen a bolígrafo. Pues bien, si no queda otro remedio que pagar por ese sistema, sí que es muy adecuado “barrar” el importe en cifras, delante y detrás, para que así no se pueda añadir ningún otro dígito, teniendo además la precaución suplementaria de escribir, de vuestro puño y letra, la cifra en letras, aunque sea en español, porque toda precaución es poca.

 

  • Bueno, esperamos que esas “sugerencias de seguridad”, que son ni más ni menos las que nosotros observamos, os puedan ayudar a mejorar la seguridad, tanto en viajes como en el día a día. No obstante en páginas web dedicadas al tema seguro que aún encontraréis más y mejores ideas.

 

  • Dejando el tema de la seguridad y la picaresca, tampoco estará de más disponer de tarjetas que nos devuelvan un porcentaje de nuestras compras. En el mercado hay varias que no nos cobrarán comisiones. Entre ellas destaca la Visa Cepsa que devuelve el 5% de las compras en sus gasolineras y el 1% de las otras compras, excepto las realizadas en gasolineras  que no sean de su marca. Funciona tanto en España como en el resto del mundo, pero no nos servirá para pagar el combustible fuera de nuestras fronteras.

 

  • De cara a la planificación del viaje, “conocer de antemano” qué gastos podremos abonar con tarjeta nos ayudará mucho a diseñar nuestro itinerario. Sin ir más lejos el que un camping acepte tarjetas es un dato muy importante para nosotros y a menudo es un criterio determinante para elegir uno u otro. A fin de cuentas, al cabo del viaje, el importe de la estancia en los camping supone una cantidad importante del gasto total. Y así reducimos la necesidad de dinero en efectivo.

 

  • Afortunadamente hoy en día el pago con tarjeta en gasolineras está prácticamente generalizado, una circunstancia que nos facilita enormemente la vida.

 

  • Ahora bien, hay que tener en cuenta ciertas peculiaridades de algunos países. En Francia no podremos repostar en surtidores automáticos ni tampoco entrar en hoteles como los “Première Classe” o “Campanile” si no disponemos de una tarjeta con microchip incorporado. Afortunadamente para nosotros, ya empiezan a popularizarse en España. 

 

  • No obstante, en los supermercados franceses con gasolinera (Intermarché, Atac, Champion, Carrefour, Auchan, etc.) podremos repostar sin problema y pagar con tarjeta cuando haya personal en ventanilla, pero no fuera de esas horas, pues como hemos visto, los sistemas automáticos no funcionan con las tarjetas que no lleven el chip incorporado..

 

  • En Francia debemos tener claro que la llamada “Carte Bleue” (CB) es la equivalente francesa de la Visa, por lo que donde acepten CB, aceptarán Visa también.

 

  • En Holanda, en cambio, repostamos sin problemas en una gasolinera automática –bastante más barata- con la tarjeta de débito sin chip, pues nos pidió el pin. En Suiza también hemos repostado en surtidores automáticos, por lo que está visto que el problema está en el sistema francés, que sólo funciona con el chip electrónico. Si vais a viajar por el extranjero, mejor es que antes de salir solicitéis a vuestro banco, al menos, una tarjeta con chip incorporado.

 

  • En Suiza ir a la compra a los supermercados suele ser un problema a la hora de pagar porque de manera más o menos generalizada no admiten ni Visa ni Mastercard, lo que implica tener que pagar en efectivo importes que no suelen ser pequeños. Eso sí hay que tenerlo muy en cuenta.

 

  • En fin, que pagar con tarjeta es comodísimo, pero está visto que hay que estar al loro de todas esas cosas, y alguna más, si no queremos tener más disgustos… ¡que pagar la cuenta!.

 

 

 

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