F.COLET EN CARAVANA
NUESTROS VIAJES
ALEMANIA
ALSACIA EN NAVIDAD
AUSTRIA
BÉLGICA
DINAMARCA
ESTONIA
FINLANDIA
FRANCIA
GRAN BRETAÑA
HOLANDA
HUNGRÍA
IRLANDA
ITALIA
Toscana y mucho más
Toscana y Costa Azul
Ferrari Maranello
Ferrari Módena
Museo Auto Torino
LUXEMBURGO
MALTA EN AVIÓN
MÓNACO
NORUEGA
PORTUGAL
"PUENTES" Y "FINDES"
REPÚBLICA CHECA
SAN MARINO
SUECIA
SUIZA
ORGANIZA TU VIAJE
MOVERSE POR EUROPA
COSAS DEL CARAVANING
MUSEOS SOBRE RUEDAS
MUSEOS AIRE Y GUERRA
DE LA "A" A LA "Z"
PARQUES ATRACCIONES
TURISMO VALLADOLID
Contacto
Aviso legal
Mapa del sitio




 

 

 Relato sin terminar de afinar.

En breve estará listo, con los enlaces operativos, además de las fotos.

Disculpad, entretanto, las molestias.

Estoy a vuestra disposición en...

contacto@francisco-colet-viajesycaravaning.com

 

INVIERNO EN LA COSTA AZUL Y LA TOSCANA (2005)

 

 

 

BUSCANDO BUEN TIEMPO EN ENERO...

 

La verdad es que no suele ser muy frecuente que a uno le entren ganas de darse una vuelta por Niza, Mónaco, Pisa o Florencia en pleno mes de enero. Sin embargo nos pareció que pasar una semanita de vacaciones invernales en ciudades tan sugerentes y con un clima suavecito, podía ser una excelente idea; sobre todo porque apreciamos muy poco las temperaturas y las multitudes que se gastan en verano por aquellos lares.

 

Y, la verdad, salió muy bien. Además la fortuna se sumó a la fiesta obsequiándonos con un tiempo bastante apañado – de eso se trataba precisamente- porque salir en esas fechas tiene siempre su punto de aventura. Y para muestra un botón, fue llegar a casa y empezar la ola de frío siberiano que bloqueó media Europa.

 

Unir Francia e Italia en un viaje tan breve puede sorprender un poco. Sin embargo, como los campistas bien sabemos, esa es la gran ventaja de viajar a nuestro aire. ¡Podemos elegir el itinerario que más nos apetezca!. La elección de la Costa Azul estaba clara, pero había que decidir cómo completar el viaje. Mis ganas de conocer la Toscana hicieron el resto. Cabían otras posibilidades, por supuesto, pero la proximidad entre ambas zonas, lo compacto de sus dimensiones, lo bien que encajaban en el tiempo disponible y su indiscutible belleza fueron razones más que suficientes para decantar la balanza.

 

En 2007, dos años después regresamos a Niza y su Costa Azul, visitando lugares diferentes a los que se cuentan en este relato, con motivo de la fantástica “Fiesta del Limón” (Fête du Citron) durante el carnaval. Leer más en el viaje de la Fête du Citron.

 

 

BUSCANDO BUEN TIEMPO EN ENERO...

 

El viaje tuvo lugar entre la tarde del viernes, 14 y el domingo, 23 de enero de 2005. Con nuestra caravana “Rapido Club 39 T” de techo abatible, fiel compañera de fatigas, salimos de Valladolid hacia Villeneuve Loubet-Plage -localidad próxima a Niza- con idea de visitar, estando en ruta, por la famosa localidad de St.Tropez.

 

Para alcanzar la costa mediterránea optamos por la autopista francesa, aprovechando que nuestra caravana no paga recargo en los peajes al no superar los dos metros de altura. Así y todo este viaje ha sido, con diferencia, el más caro en peajes que hayamos hecho nunca. 240 € del ala son una cifra muy, pero que muy respetable, aunque también “inevitable”. Seguridad, rapidez y comodidad obligan.

 

Para saber más de la mejor ruta para llegar a Italia desde la frontera de Irún, (Las mejores rutas para cruzar Francia), pinchad en este enlace. Y si queréis ahorrar unos euros en los repostajes franceses, haced lo mismo en este otro.

 

 

EN LA TIERRA DEL “GENDARME DE ST. TROPEZ”...

 

Pernoctamos en el área de “Comminges”, en la autopista A-64 -a 600 kms. de casa- con las nevadas cumbres pirenaicas como telón de fondo. Después de un viaje sin historia, a las 16,45 h. del sábado entrábamos en Saint Tropez, localidad evocadora de tantos y tantos “iconos” de la década de los 60: Brigitte Bardot, el bikini, los yates y las villas de lujo o las disparatadas aventuras del histriónico Louis de Funès en “El Gendarme de St.Tropez”, cuando todavía Francia era símbolo de un estilo de vida que por aquel entonces aquí se nos antojaba de otra galaxia.

 

En cuarenta años mucho ha cambiado todo. Ni BB ni el bueno de Louis – tristemente desaparecido- andaban por allí, pero como recuerdo de aquellos tiempos aún sigue en pie la destartalada “Gendarmerie National”, testigo mudo de las correrías de los alocados gendarmes. En cambio los que no faltaron a la cita fueron los impresionantes y típicos yates, sin los cuales St. Tropez no sería St. Tropez.

 

Lo que ya no es “de película” es estacionar la caravana o autocaravana. En el puerto hay un enorme aparcamiento, aunque expresamente prohibido a las caravanas. Y las autocaravanas tampoco lo tienen fácil en St. Tropez o en el resto de la Costa Azul. En muchos pueblos y playas tienen claramente prohibido el estacionamiento. Nosotros aparcamos la caravana en plena calle, pero dicho queda que la zona es poco amable con los elementos de caravaning.

 

Los alrededores del puerto son lo más bonito y aunque el pueblo no es nada del otro mundo –tiene una fortaleza- nos hizo ilusión pasear por “St.Trop” como lo conocen por allí. Como el comercio cerraba a las 18,30 h, todavía tuvimos tiempo de hacer las fotos de rigor y “palpar el ambientillo”. Anocheció a las 17,45 h.

 

 

Y LLEGAMOS A LAS PUERTAS DE NIZA.

 

A las 20 h. llegamos al camping “La Vieille Ferme”, en Villeneuve Loubet-Plage. La puerta ya estaba cerrada, pero hay un interfono en la puerta a través del cual los propietarios os atenderán. Es un buen camping, con piscina cubierta, aunque no la catamos en los tres días de estancia. En internet vienen las indicaciones para llegar al camping. Eso sí, prestad mucha atención a la señalización, que no es fácil de ver. Está en una calle transversal a la N7, dirección Antibes, al lado mismo de “Marineland”. Claro que ahora con el GPS la cosa ha mejorado bastante...

 

Si buscáis camping en toda Europa, no dejéis de visitar la web de ACSI con 8.000 camping en su base de datos. www.eurocamping.com. Incluye el plano de localización de cada camping, lo que es utilísimo.

 

 

RECORRIENDO LA MONTAÑA DE LA PROVENZA: LA CUNA DEL PERFUME.

 

El domingo recorrimos algunos pueblos medievales de la montaña. El “arrière pays” de Niza, Cannes o Mónaco está plagado de “villages perchés”, cuyos caseríos parecen colgar de las laderas. Sin duda la joya del lugar es el amurallado St.Paul de Vence. Una preciosidad medieval cuya “Grande Rue”, jalonada por galerías de arte y tiendas de artesanos, invita al paseo. Unos kilómetros más allá llegaréis a Vence, bastante más grande, pero también con un bonito y animado casco antiguo. En Vence recuperar fuerzas es un placer. ¡Hay tiendas y puestos de comida por todas partes!.

 

Rumbo a Grasse –la capital mundial del perfume- nos detuvimos brevemente en el pintoresco Tourretes sur Loup, con sus casas colgantes sobre el río. Desde el aparcamiento –situado a las afueras y con límite de altura- la vista del pueblo es espectacular. Claro que después de haber visto St.Paul, el pueblo es totalmente prescindible salvo que no tengáis nada mejor que hacer. Como no nos sobraba el tiempo -uno de los inconvenientes de viajar en invierno es lo pronto que anochece- dejamos la visita a Gourdon, un verdadero “nido de águilas”, para mejor ocasión.

 

A las dos de la tarde llegamos a Grasse, a pocos kms. de Cannes. El pueblo en sí no tiene gran atractivo, pero su excepcional “microclima” le confiere unas cualidades únicas en el mundo para el cultivo de todo tipo de flores. Desde el siglo XVIII es el centro mundial del perfume. Si pensamos que allí trabajan 160 de los 200 “maestros” perfumistas que hay en todo el mundo nos haremos una idea de porqué se lo considera así.

 

Marcas como “Gallimard”, “Fragonard” o “Moulinard” organizan visitas guiadas en sus “tiendas-museo” donde gratuitamente os explicarán, en francés o inglés, el proceso de elaboración del perfume. Suelen cerrar de 12 a 14 h. y abren los domingos. Las visitas dependen de la gente que haya. En “Gallimard” nos tocó esperar un poco –momento ideal para las compras- a ver si llegaba más gente. Como no fue así, a la guía no le quedó más remedio que hacer “el tour” - breve, pero muy interesante- sólo para nosotros. En el pueblo hay un Museo del Perfume, pero estará cerrado dos años por reforma. En internet encontraréis amplia información al respecto.

 

 

CANNES, AUNQUE SIN SU TRADICIONAL “ALFOMBRA ROJA”....

 

Después de salir de Grasse, aparcamos en el paseo marítimo de Cannes para comernos un bocadillo dentro del coche, pues hacía más fresquito del deseable. El día anterior habíamos disfrutado de un día soleado y agradable, pero ese domingo se levantó fresco y gris.

 

Cannes es todo “glamour”. Coches y hoteles de lujo, tiendas de las marcas más distinguidas y, por supuesto, la famosa alfombra roja de la escalinata del “Palais des Festivals”, por la que ascienden las más rutilantes estrellas de cine. En la explanada encontraréis –como en Sunset Boulevard- las huellas de la mano de Sophia Loren, Carlos Saura, Gérard Dépardieu o Bruce Willis, entre otros muchos.

 

El “Vieux Cannes”, con sus callejuelas empinadas y su castillo, nos recuerda el pueblo pesquero que un día fue. Ahora, en cambio, los yates son los reyes. Tratándose de un domingo, tuvimos la fortuna de encontrar el comercio abierto hasta las 19 h. gracias a las rebajas, lo que ayudó a que hubiese un ambientazo imponente, decoración navideña incluida. Terminamos el día paseando en coche por Antibes –que en domingo y de noche estaba “muerto” – y cenando estupendamente en un restaurante libanés de Villeneuve-Loubet..

 

 

Y LLEGAMOS A MÓNACO.

 

Como en Niza el comercio cierra el lunes, nos fuimos a Mónaco, con cielo azul y sol a destajo. Un espléndido marco para disfrutar del minúsculo principado.

 

Cubrimos en una hora los 50 kms. que nos separaban de Mónaco. Fuimos por la “Corniche Moyenne”, la carretera nacional N7, que tiene bonitas vistas sobre la Costa Azul. El tramo hasta Niza fue enervante por su lentitud, pero nada comparado con el monumental atasco para cruzar la quinta ciudad francesa. Mucho mejor hubiera sido bordear la ciudad por autopista y tomar después la N7.

 

Mónaco es otro mundo, en un lugar tan pequeño hay tanto lujo como policía. Olvidaros de entrar con caravana o con remolque. Os echarán. Aparcar en la calle es misión imposible. Además, como el tráfico es tremendo y las calles son empinadas, hay que andarse con exquisito cuidado para no saltarse cualquier imprevisto ceda el paso o paso cebra. De lo contrario tendréis suerte si no os cazan.

 

En Monte-Carlo, antes de aparcar frente al Casino, me di el gustazo de dar un par de vueltas al mítico circuito urbano de Fórmula 1. Sin alardes, por supuesto, ni el tráfico, ni lo dicho anteriormente lo permiten, pero “trazar” la famosa horquilla del Hotel Loews, subir hacia Ste.Devote o pasar por el famoso túnel es algo que un apasionado de la F1 como un servidor no olvidará fácilmente. Digamos también que el “circuito” no está señalizado, por lo que hay que saber previamente por qué calles discurre.

 

Mónaco nos gustó mucho. No es que sea especialmente bonito, pero tiene algo especial. Frente al Casino – que no vimos por los horarios de ese día- hay un fantástico parque de especies exóticas con bananeras, flores del paraíso, etc.

 

Paseando por Monte-Carlo y después de ver a los ejecutivos monegascos comerse sin complejos un bocata sentados en un banco al sol, decidimos que no íbamos a ser menos. Y es que no es fácil encontrar lugares para comer que no sean restaurantes de altos vuelos.

 

 

EL “VIEUX MONACO”.

 

Por la tarde, después de aparcar en el Stade Louis II -en la zona nueva de Fontvieille- subimos andando –único medio permitido a los turistas- a la roca donde se erige el “viejo” Mónaco, con el “Palais des Princes”, la catedral – de sorprendente fachada neorrománica - y el Museo Oceanográfico, como hitos emblemáticos.

 

El mejor parking para visitar la roca – subiendo en uno de los ascensores públicos que hay por toda la ciudad - es el de los “Pêcheurs”, al cual se llega bordeando el puerto deportivo. De haberlo sabido, nos hubiésemos ahorrado una larga caminata.

 

Mónaco, con sus estrechas callejuelas, tiene un decadente encanto. La visita al Museo Oceanográfico (12 €) –fue el centro de trabajo de J.Cousteau- nos llevó un par de horas. Quizás las expectativas fueran excesivas, pero lo cierto es que salimos un poco defraudados. Lo mejor es el acuario -pequeñito, pero con especies muy vistosas- y la variedad de esqueletos de cachalote, ballena, narval, etc. Sin embargo la parte dedicada al estudio oceanográfico nos resultó menos atractiva de lo esperado, con demasiado bicho en formol. Aunque la jornada ya no dio para mucho más, el Principado dispone de otros museos y jardines capaces de ocupar, por lo menos, otro día más.

 

 

FIN DE JORNADA CON UN FESTÍN DE MEJILLONES...

 

Acabamos el día metidos en otro interminable atasco por las calles de Niza buscando la iglesia ortodoxa rusa y la futurista iglesia de Ste. Jeanne d’Arc -construida en hormigón en la década de los 30- muy alejadas del centro histórico. Un breve vistazo por fuera fue el pobre consuelo, pues estaban cerradas.

 

Menos mal que la cena a base de “Moules et frites a volonté” fue un buen bálsamo para las dos horas y media inmersos en el infernal tráfico nicense. En su descargo digamos que están en obras para instalar el tranvía.

 

 

NIZA Y SU AIRE “ITALIANO”.

 

El martes nos iba a deparar una jornada intensa. Pasamos la mañana en Niza, dejando la tarde para ir a Florencia. Un paseo por el casco antiguo es una agradable experiencia que no hay que perderse, con sus edificios de color ocre de peculiares persianas verdes, que encontraremos también en muchas ciudades italianas. Y es que Niza, ciudad natal de Garibaldi, es francesa sólo desde mediados del siglo XIX. No os marchéis sin probar la “Socca”, especialidad local a base de pasta de garbanzo horneada.

 

 

Y POR LA TARDE... ¡RUMBO A FLORENCIA!.

 

 

El traslado a Florencia resultó más tenso de lo previsto. 430 kms. de autopista nos separaban del “Camping Michelangelo”. Como sabíamos que la recepción cerraba a las 21 h, pensé que 6 horas serían suficientes para llegar con cierta holgura, ya que nuestro promedio habitual en autopista es de 90-95 kms./h. (Ahora algo menos).

 

Sin embargo un imprevisto y persistente diluvio, un terreno sinuoso y en ascenso, los miles de túneles que jalonan el recorrido y la interminable ristra de camiones, hicieron trizas mis previsiones. Sólo las excelentes indicaciones para llegar al camping publicadas en internet  -salida por la A1 “Firenze Sud”- y una buena dosis de suerte evitaron el desastre y nos permitieron llegar al “Michelangelo”... ¡a las 20,58 h.!. Afortunadamente fueron puntuales y no les dio por cerrar antes de hora, pues la entrada carece de zona de aparcamiento para pernoctar y nos hubiéramos visto obligados a volver a la autopista para pasar la noche en un área, cosa que, en Italia, no nos ilusionaba nada.

 

Lo mejor del camping es su situación, con vistas sobre la ciudad, y parada de bus en la misma puerta. Los billetes se compran en recepción a 1 €, ya que no se venden a bordo. Os darán, sin pedirlo, el plano de rutas de autobús. Como el casco antiguo florentino se recorre fácilmente a pie, bastará con un billete para la ida y otro para volver. El camping es aceptable, aunque con lagunas importantes: un único bloque de servicios para un terreno enorme, duchas sin vestidor o sin papel en el WC, por citar sólo algunas. En el lado positivo decir que nos hicieron descuento “por tener el supermercado y el bar cerrado” y nos regalaron un vale de 10% de descuento para campings de Venecia y Roma. Con todo, nos salió la noche por 24 € (2 personas) en vez de los casi 32 € de tarifa. Y es que Italia es Italia, el país con los camping más caros de toda Europa.

 

 

PISA, SU TORRE INCLINADA Y LUCCA, LA AMURALLADA.

 

El miércoles visitamos Pisa y Lucca. A Pisa se llega por una autovía gratuita y estrecha llamada –sin bromas- “Fi-Pi-Li” (Firenze-Pisa-Livorno), lo que siempre es de agradecer porque las autopistas principales son de peaje, con un sistema de pago basado en el número de ejes. También hay que decir que, por fin, han empezado a aceptar tarjetas de crédito. Por otra parte el color de la señalización es diferente: verde para las de peaje y azul para las autovías y carreteras gratuitas.

 

Los atascos seguían persiguiéndonos. En la circunvalación de Florencia nos topamos con 18 kms. de “coda” –ocasionada por un control policial de “¿lleva Vd. cadenas a bordo?”- debido a la nieve caída en el norte del país. Utilizando algunos atajos para burlar el “súper-atasco”, conseguimos al fin llegar a Pisa y aparcar al lado mismo del “Campo dei Miracoli”. Un poco más lejos hay también un parking para autocaravanas.

 

Ciertamente el recinto del “Campo dei Miracoli”, con la catedral, el baptisterio, el camposanto y la híperfamosa “Torre Pendente” es excepcional. Nos apetecía mucho conocerlo y no nos defraudó. La catedral es impresionante. Y entrar es gratis. El baptisterio es muy bonito por fuera, pero prescindible por dentro, por lo que nos podremos ahorrar la entrada (5€). Y si nos da el punto de subir a la torre, pues a “apoquinar” la friolera de 15 € por barba. En el recinto hay dos museos y los inevitables puestos de souvenirs, nada caros, por cierto.

 

Dimos un paseo por el casco antiguo de Pisa -con bonitos edificios, pero tremendamente cutre- que tiene a la Piazza dei Cavalieri, a los palazzos que bordean el río Arno y a la diminuta iglesia gótica de Santa María de la Spina como sus principales atractivos.

 

Pasamos la tarde en Lucca, a una veintena de kilómetros de Pisa. Ciudad natal del compositor Puccini, tiene un casco antiguo bien conservado – aunque también muy cutre- encerrado en las murallas del siglo XVII.

 

Lucca mantiene una interesante armonía de conjunto, aunque solamente la comercial Via Fillungo tiene animación, el resto es muy solitario. Sus principales monumentos son la catedral de San Martino, de fachada románica y asimétrica, la iglesia románica de San Michele in Foro y la curiosa Piazza dei Mercato cuyas fachadas siguen la forma oval del antiguo anfiteatro romano. A la salida, como no podía ser menos, padecimos otro descomunal atasco –esta vez causado por un partido de fútbol- que nos retuvo más de una hora en Lucca.

 

Para los entusiastas del personaje, no muy lejos se encuentra Collodi, el pueblo “natal” de Pinocchio, donde hay un pequeño parque de atracciones dedicado al famoso muñeco de madera.

 

 

LA ITALIA MEDIEVAL: SAN GIMIGNANO Y SIENA.

 

El jueves, bajo un cielo azul, visitamos la preciosa ciudad medieval de San Gimignano, situada entre Florencia y Siena, cuya principal seña de identidad son las 14 torres que aún siguen en pie de las 72 que tuvo en sus días de gloria. San Gimignano es una de las atracciones turísticas italianas y, en consecuencia, está altamente comercializado. Aún así su visita es muy recomendable, especialmente en estas épocas cuando la muchedumbre aún no invade masivamente sus calles y se puede disfrutar relajadamente del paseo.

 

Camino a Siena, nos detuvimos a comer en Monterrigiano, diminuto pueblo con su muralla del siglo XIII perfectamente conservada. Hubiera bastado con verlo desde la autovía porque su interior carece de interés.

 

El conjunto medieval de Siena nos encantó. Como es peatonal, el aparcamiento es complicado, pero bien señalizado. Recomendamos el del “Duomo” y no el de la “Piazza dei Campo”, que está muy, muy alejado del centro.

 

Siena, además de su excepcional casco antiguo, tiene en la catedral o Duomo, la piazza dei Campo –donde se celebra la famosa fiesta del Palio- y al Palazzo Pubblico y su alta torre sus principales hitos. Si algo no hay que perderse es la catedral, de estilo gótico, con un fantástico suelo de mármol y una impactante decoración interior. Y no digamos su espectacular fachada. Sin duda ha sido uno de los monumentos que más nos han gustado de todo el viaje.

 

Paseando por sus callejuelas descubrimos, por el olfato, una diminuta pizzería ¡que anunciaba “rebajas del 30%”!. Había que aprovechar la oportunidad. Y como si de un jersey o falda se tratase, nos regalamos unas riquísimas raciones de pizza “de rebajas” a sólo 0,90 y 1,20 €.

 

Acabamos la jornada con la visita de rigor a un supermercado. Dime qué comes y te diré quien eres. No sólo nos encanta probar las especialidades del país que visitamos, también nos da una idea de sus gustos y del coste de la vida. Y quedamos gratamente sorprendidos. Los precios nos parecieron de lo más razonable. Incluso algunos productos de primera necesidad –la leche- estaban bastante más bajos que aquí.

 

La verdad es que la fama de carísima de Italia no ha sido para tanto, salvo en cosas como los camping o la ropa. Sin ir más lejos, los peajes y combustibles -a 0,99 € el gasóleo y 1,12 € la sin plomo 95 oct.- están al mismo nivel que Francia o Alemania; Y en Florencia comimos de fábula – pasta fresca y risotto- a un precio casi de risa. Lo que está claro es que en precios ya estamos plenamente “homologados” a nuestros vecinos. Otra cosa es que el coste de la vida esté, en todas partes, por las nubes.

 

 

Y POR FIN, LA RENACENTISTA FIRENZE/FLORENCIA.

 

El viernes y el sábado por la mañana lo dedicamos a Florencia, cuna del Renacimiento y con un índice de obras de arte por metro cuadrado difícil de igualar. Digamos que un día y medio bien aprovechado puede bastar para ver la ciudad y disfrutar de sus principales atracciones si planificamos cuidadosamente la visita. Sin embargo necesitaremos más del doble si queremos explorar a fondo sus mil y una iglesias y museos. El lunes no suele ser buen día para las visitas, muchos monumentos están cerrados.

 

Si “Florencia-Arte” es excepcional y de quitarse el sombrero, “Florencia-ciudad” tiene también su punto cutre, exceptuando los alrededores de la Piazza de la Signoria. De todas formas se agradece el esfuerzo en rehabilitación, los andamios andan por doquier, aunque fastidien la foto.

 

Una cosa muy buena es que en las paradas de bus vienen detallados los horarios de paso y son muy puntuales. Bajamos en la Estación Central, cerca de Sta. María Novella, del Mercado Central y del mercadillo de ropa. Allí se encuentra también San Lorenzo –iglesia familiar de los Médici- cuya desnuda fachada resulta muy chocante. Su interior (2,5 €) es interesante por la perfecta perspectiva que Brunelleschi –pionero del Renacimiento en arquitectura y autor de la famosa cúpula del Duomo- supo dar a la nave. También encontraréis, entre otros, obras de Miguel Angel y Donatello. Además disfrutamos de una insospechada y gratuita visita guiada a cargo de una voluntaria mejicana que nos hizo muy amena e instructiva la visita.

 

En la “Accademia de Bellas Artes” se expone el original del “David” de Miguel Ángel y otras muchas esculturas más, a 8 € la entrada. No obstante, en la Piazza de la Signoria y en el Piazzale Michelangelo –al lado mismo del camping- hay sendas reproducciones de la famosa estatua por si alguien prefiere pasar del museo.

 

En general la mayoría de entradas cuestan 4 €, aunque el Baptisterio –junto al Duomo- sale por 3 € y os aseguramos que su polícromo techo es de quitar el hipo. No os lo perdáis. Más barato es disfrutar de los famosos plafones de bronce de la “Puerta del Paraíso” de Ghiberti. ¡Están en plena calle!. Tampoco hay que pagar para ver la catedral, aunque es bastante decepcionante comparada con su espectacular exterior. Y es que la fachada (s. XIX) y el Campanile de Giotto (s.XIV) son una maravilla. Al final de la peatonal Via Calzaiuoli, llegaréis a la “piazza” más famosa de Florencia: la de la Signoria, con su Palazzo Vecchio y el fantástico conjunto de estatuas en plena calle, aunque la mayoría sean estupendas reproducciones. Lástima que estuviesen rodeadas de andamios. Tampoco se nos logró la visita a los pasadizos secretos de los Médici, sólo para grupos con cita.

 

La “Galeria de los Uffizzi” se encuentra allí mismo, pero no la incluimos en nuestro programa. En su fachada veréis las estatuas de algunos de los más insignes personajes que haya dado la Historia: Galileo, Dante, Maquiavelo, Miguel Ángel...; Al otro lado se encuentra el río Arno y el Ponte Vecchio, seña de identidad de la ciudad junto a la cúpula del Duomo.

 

Después de un merecido descansito al calor de un deplorable Capuccino -al “módico” precio de 4 €- terminamos el paseo por el casco antiguo. Tampoco me fui sin probar los famosos helados italianos –sin demasiado entusiasmo porque no hacía precisamente calor- y , salvo por su altísimo precio, tampoco fue para tanto.

 

A las 8,15 de la mañana del sábado estábamos en el Palazzo Pitti para visitar “El Tesoro de los Médici” menos espectacular de lo esperado- y los jardines de Bóboli. En cambio los frescos de la “Capilla Brancacci” -en la iglesia de Sta. Maria del Carmine- son de quitarse el sombrero. Terminamos la visita a Florencia en la iglesia de la Santa Croce, que alberga las tumbas de los principales prohombres florentinos.

 

 

Y DIJIMOS ADIÓS A ITALIA...

 

A las 13 h. –hora límite de salida del camping- iniciábamos el regreso a casa. Después de un breve aunque intenso recorrido por el bucólico paisaje de la Toscana y sus ciudades, abandonábamos Italia con buen sabor de boca. Atrás quedaban algunas ideas preconcebidas: ni tan cara, ni tan insegura, ni con un tráfico tan salvaje como creíamos.

 

 Quizás en verano el panorama sea otro, pero la amabilidad, la puntualidad y, en general, la corrección y educación de la gente nos han impresionado muy gratamente. Y con un idioma con el que es facilísimo entenderse.

 

Y así, tras un viaje de vuelta sin complicaciones, pusimos fin a unas agradabilísimas vacaciones en pleno invierno.

 

 

 

Rutómetro:

 

FECHA

ETAPA

KMS.

Viernes, 14 enero 2005

Valladolid-Área de Comminges A-64 (Francia)

613

Sábado, 15 enero

Comminges – St.Tropez – Villeneuve Loubet

693

Domingo, 16 enero

St.Paul de Vence - Vence – Grasse - Cannes

92

Lunes, 17 enero

Mónaco (Niza)

122

Martes, 18 enero

Niza – Traslado a Florencia (Italia)

486

Miércoles, 19 enero

Pisa - Lucca

235

Jueves, 20 enero

San Gimignano – Monterrigioni - Siena

196

Viernes, 21 enero

Florencia

0

Sábado, 22 enero

Florencia – Regreso (Area de Montpellier) Fr.

727

Domingo, 23 enero

Area de Montpellier A-9 - Valladolid

958

 

Total Kms.

4.122

 

 

 

 

 

 

Guías Turísticas y Mapas utilizados:

 

Guía

Editorial

Comentario

“Francia” y “Roma, Venecia y Florencia”

Guía Fodor’s

El País - Aguilar

Guías muy completas y bien estructuradas, con informaciones de horarios y precios. Muy recomendable. Sin fotos.

“Côte d’Azur”

Guía Verde Michelin

(en francés)

Michelin

 

Información detalladísima de lugares, horarios y precios. Comentarios ingeniosos. Incluye algunas fotos. La pega, está en francés.

“Francia” y “Florencia – Toscana”

Guía Visual Peugeot

El País - Aguilar

Todo fotos y dibujos. El complemento perfecto para las anteriores. Floja en cuanto a información. Muy recomendable. Precio alto.

Mapas

Editorial

Comentario

Francia (1:1 millón y 1:200.000)

Michelin

El mapa general de Francia es fundamental y el detallado es muy útil si se van a recorrer carreteras secundarias. De venta en librerías españolas.

Italia (1:800.000)

Euromapas

Me gusta más la cartografía Michelin. De venta en librerías españolas. Para las visitas de este viaje no hace falta más detalle en la escala, pero si se visitan pueblecitos, entonces será de utilidad un mapa de la región.

 

 

 

www.francisco-colet-viajesycaravaning.com
contacto@francisco-colet-viajesycaravaning.com