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| Cómo organizar tu viaje 
 paso a paso:    Fase I – Los pasos previos.  ¿Cuánto tiempo podemos dedicar al viaje?. La pregunta del millón. Su  respuesta nos servirá para hacernos una primera idea acerca de qué  países o lugares quedan a nuestro alcance. No sería razonable pretender  un viaje a los Fiordos noruegos en dos semanas, por ejemplo. Así pues, a  partir del número de días disponibles para las vacaciones, el viaje se  pondrá en marcha en el mismo momento en que decidamos qué países o  lugares son los candidatos a convertirse en destino de nuestro viaje. Y  cuando barajemos varias alternativas y no tengamos claro por cual  decantarnos, nos vendrá muy bien repetir estos pasos para cada una de  las alternativas. Así seguro que acertamos en la elección. En ¿Dónde vamos de viaje?, podréis      leer más sobre el tema.
   Sabiendo  ya donde queremos ir, nos pondremos manos a la obra reuniendo toda la  información posible sobre qué ver y hacer, tanto en el país o lugar de  destino como en las etapas de desplazamiento.  Podemos empezar la tarea utilizando como punto de partida una buena  guía turística -o mejor más de una- que nos oriente sobre los lugares  más interesantes de nuestro destino. Una práctica idea que nos ayudará a  confirmar si las impresiones que hemos obtenido se ajustan a lo que  realmente esperamos, es buscar fotografías en internet de los lugares  que nos interesen. De esa manera, si nos gusta lo que vemos, al menos  tendremos cierta seguridad de que no erraremos el tiro cuando estemos  allí en vivo y en directo, pues no pocas veces los autores de guías  turísticas pecan de un entusiasmo descriptor no muy bien fundado. Así,  poco a poco, iremos reuniendo más y más información sobre nuestro  destino con el resto de medios a nuestro alcance. Ocasión tendremos de  ir afinando la composición de las etapas hasta dejar el viaje a nuestro  gusto. En “Buscar información” podréis      leer más sobre el tema.
   Al mismo tiempo iremos reuniendo también toda la información posible sobre esos factores a tener en cuenta a lo largo del viaje: trámites      burocráticos necesarios, horarios, peajes, límites de velocidad,      embarques, rutas alternativas y, en general, todo aquello que pueda      afectar a su desarrollo y que debamos hacer o saber. Pinchando en “Ten en cuenta...” o      “No te olvides de...” podréis leer más sobre la cuestión.
   A continuación haremos una lista con todas las ciudades, visitas,      museos, o actividades que nos vayan llamando la atención,  lo que nos será muy útil a la hora de organizar las etapas de nuestro  viaje. Al principio apuntaremos todo lo que nos atraiga, sin  preocuparnos de más. Ya la iremos puliendo a medida que avancemos en el  conocimiento del itinerario. En “Las etapas del viaje” podréis leer más sobre      el tema.
   Ahora  que a crisis aprieta (y aún sin apretar), nos vendrá como anillo al  dedo tener una idea lo más aproximada posible del coste de nuestro plan  de viaje. De esa manera nos aseguraremos  de tener luz verde o no para continuar con su preparación. Si  lamentablemente “la tela” no diera para más, entonces no nos quedaría  otro remedio que hacer los cambios necesarios para adaptar los planes al  presupuesto disponible, incluso hasta cambiar el destino final. En  cualquier caso resulta evidente que no va a costar lo mismo pasar las  vacaciones en la piel de toro, que ir a Noruega.
     Fase II – La fase crítica: el diseño de las etapas del itinerario.    Con la “lista de preferencias” en la mano y con los mapas      necesarios      (mejor en papel que virtuales), llegó el momento de perfilar las etapas que compondrán el viaje, empezando por ubicar los puntos de interés en el mapa.  Este paso es fundamental para el buen desarrollo del viaje, pues  “visualizaremos” rápidamente cómo se distribuyen geográficamente los  puntos de interés elegidos. De esa manera, por ejemplo, será más fácil  elegir la situación del camping (u otro alojamiento), así como evaluar  la facilidad de accesos: autovías, carreteras, etc.
   Un  elemento esencial para en la planificación de las etapas del viaje es  ubicar lo antes posible los camping que nos habrán de servir de  campamento-base. Viajando con caravana,  carro-tienda o tienda de campaña ese es un paso fundamental. Y lo mismo  vale para aquellos que viajen “de hotel”, da igual si en coche o en  moto. Por supuesto los autocaravanistas tendrán, en ese aspecto, un  margen de maniobra mayor. 
   Elegiremos los camping u otro alojamiento, procurando  mantener un buen equilibrio entre los desplazamientos a realizar  durante las visitas previstas –teniendo en cuenta que hay que regresar  cada tarde/noche al camping- y la necesidad de evitar, en lo posible,  los cambios de camping. No olvidemos que los cambios de camping siempre  suponen un gasto de tiempo importante, así que en este asunto, como en  otras muchas cosas, menos es más.
   Una  vez elegidos los camping, los principales lugares a visitar y las  actividades a realizar, podemos empezar a “diseñar” cada etapa, día a  día, teniendo muy en cuenta los  condicionantes existentes en cada momento: (desplazamientos, tiempo,  gustos, alojamiento, tiempos muertos, etc.).
   Y  llegó hora de dar forma al “rompecabezas”. Una práctica manera de  hacerlo es cogiendo una hoja de papel en blanco y, en una columna,  escribir la fecha y los días de la semana de todo el viaje.  Con ella iremos “rellenando” cada día con los datos de nuestra lista de  “puntos de interés”. De esta manera iremos comprobando si “nos cabe”  todo lo que nos gustaría ver o hacer. Como casi nunca se suele dar con  la distribución ideal a la primera, a partir de este primer esbozo y a  medida que vayamos descubriendo nuevos intereses o iniciativas, iremos  ajustando el itinerario hasta dejarlo a nuestro gusto. en “las      etapas del viaje”, podréis leer más sobre el tema. Esta fase      puede ser bastante larga y no es raro que pueda durar varias semanas,  a fin de cuentas leer las guías y el resto de información disponible no  se hace en un pis pas y durante la recopilación irán apareciendo cosas  que nos empujarán a hacer cambios. No pasa nada. Es parte del proceso y  es bueno que así sea. Para facilitar la tarea es buena idea usar el  ordenador, así podremos ir modificando el itinerario sin las  limitaciones del lápiz y el papel.
   Cuando la distribución de las etapas empiece a bien definida, será el momento de formalizar “la hoja de ruta” de cada etapa. Ellas formarán el      “libro de ruta o libro de bitácora” del viaje. Aunque  su uso no es imprescindible, sí resulta muy recomendable tener las  etapas por escrito, tanto para saber qué hacer, como para tener a mano  todos los datos y detalles importantes que nos ayudarán a hacer el viaje  más fácil y agradable. Sin olvidar que otra de sus grandes ventajas es  permitirnos anotar todos aquellos datos que vayamos aprendiendo sobre la  marcha: kilometrajes, tiempos, coste de peajes, curiosidades, horarios,  etc.
   Finalmente      no hay planificación inteligente que valga si, al mismo tiempo, no nos      tomamos la molestia de tener previstos planes alternativos para los      días con actividades de “incierto cumplimiento”, como son, por      ejemplo, las que dependen muy directamente de la climatología.
     Fase III – ¡Arrancar el vehículo y empezar el viaje soñado!.      Aunque  a simple vista pueda parecer que por salir de casa ya damos por  concluida la preparación del viaje, nada más lejos de la realidad. La experiencia nos dice -y eso la mayoría lo habréis vivido en carne propia- que los planes casi nunca se cumplen a rajatabla.
   En  el transcurso del viaje surgen mil imprevistos o simplemente decidimos  cambiar los planes sobre la marcha porque aparecen alternativas nuevas y  más interesantes. Pues bien, si somos buenos organizadores –y en eso  estamos- también deberemos estar preparados para hacer frente a los  cambios e imprevistos a medida que vayan apareciendo. 
   Desde  luego la mejor “vacuna anti-imprevistos” es habernos informado  previamente del terreno a pisar, llevando con nosotros las guías  turísticas, de camping y otras fuentes de datos que nos permitan  adaptarnos rápidamente a los cambios que se nos puedan plantear. Es  bueno ser precavido. Ayuda mucho cuando tenemos que sacarnos solitos las  castañas del fuego.
   Seamos flexibles para cambiar sin rubor los planes si el cuerpo      (o la familia) nos lo pide.  Para improvisar con gracia y salero no hay mejor receta que habernos  preparado “a fondo la lección”. Si nos las sabemos todas, adaptarnos a  los cambios será coser y cantar y en la mayoría de los casos, la sangre  no llegará al río.
     Fase  IV – Objetivo: ¡Vuelta a casa!. Después ya habrá tiempo para sacar  conclusiones y aprender de la experiencia vivida para preparar el  siguiente viaje todavía mejor.    1.      El  viaje “como tal” termina al regresar a casa, esperemos que bien felices  y contentos, pero nuestro periplo todavía sigue vivo en forma de fotos,  vídeos, comentarios y... mucha reflexión. Hemos de aprender de la  experiencia vivida, positiva y menos buena, para ir mejorando, poco a  poco, nuestra capacidad como “organizadores”, que el siguiente viaje ha  de ser todavía mejor. Por cierto... ¿Adónde será el siguiente...?
   Y como queremos seguir profundizando en la preparación de nuestro viaje, aquí tenemos "madera" necesaria para seguir con la tarea...                        
 ·       Las 10 reglas de oro de la preparación de un buen viaje;    ·        Las ventajas de planificar;   ·        ¿Adónde vamos?; ·        Dónde y cómo buscar la información que necesitamos      El presupuesto del viaje. ·        Todo lo relacionado con “el ritmo de viaje”  ·        y lo que hay que cuidar si viajamos con familiares y amigos.    
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